domingo, 17 de abril de 2016

EDUCACIÓN Y NACIONALIDAD (Gustavo Villamizar D.)

Les dejo con este Artículo del Profesor Gustavo Villamizar, publicado hoy 17 de abril en el Diario La Nación.

EDUCACIÓN Y NACIONALIDAD

Gustavo Villamizar D.

La sociedades han encomendado a la  educación  diversos objetivos y responsabilidades, algunos de los cuales considerados connaturales y aun inmodificables, como la conducción del niño a la vida ciudadana según los fines establecidos por esas sociedades. La educación en todos sus espacios y vías compromete procesos, imperceptibles los más,  que contribuyen a moldear, a generar saberes y valores que seguramente marcarán su acción ciudadana. Digo educación y no escuela porque aquella es universal, extendida por todos los ámbitos sociales y el sistema escolar es apenas un pasaje en la vida. Digo educación porque ella corresponde a la sociedad, al colectivo, a sus instituciones, unas más que otras, aunque la escuela tenga la mayor implicación.

La sociedad y la escuela en particular, tienen gran responsabilidad en lo que corresponde a la conexión del educando con su entorno, su manera de ser y vivir, sus creencias, religión, usos, costumbres y por supuesto, con el conocimiento de su territorio y su historia. Son muchos los textos que consagran tales fines a la educación como nuestra Constitución, la Ley de Educación y la Declaración Universal de los Derechos del Niño, la cual en sus artículos 28 y 29, insiste en el derecho a la educación y establece que ella debe “inculcar en el niño el respeto por sus padres, por su identidad, su lengua y sus valores culturales, así como el respeto por los valores nacionales del país en el que vive, de su país de origen y por civilizaciones distintas a la suya”. De manera que resulta una obligación de la familia, en primer término, la escuela con dedicación especial, los medios de comunicación, las iglesias, las asociaciones e instituciones, contribuir a la difusión de sólidos valores relativos a la nacionalidad, aupando su respeto, su cultivo y sobre todo, el orgullo por los elementos particulares y singulares de la cultura propia que nos hacen ser únicos en el planeta y diferentes de los demás, a quienes igualmente, debemos respetar.

Siento que resulta de gran relevancia insistir en este papel de la educación y la escuela en particular, en momentos en que los grandes conglomerados de la comunicación, interesados en difundir un supuesto borrón de las fronteras en medio de una sensacional globalización del consumo y el “éxito”. Nos van haciendo ver lo propio como pintoresco, atrasado, arcaico, feo y hasta vergonzante, en medio de la visión perpleja de los nuevos paraísos de hierro, cemento y tecnologías encandilantes. Se impone revalorizar nuestra mirada de pueblos emergentes con naturalezas imponentes, bellezas indescriptibles, sorprendente diversidad, colosales riquezas naturales, gente que sonríe, sueña y lucha  y una historia de libertad y dignidad definitivamente enorgullecedora.

Participar de la globalización, ser universal, no es renunciar o denigrar de lo propio, local, cercano, asumiendo culturas, lenguas y modos de ser de lejanas tierras, como a veces se cree. La globalización, no es un proceso en el que lo local se funde en un mundo único, homogéneo, de costumbres, valores,  creencias y quehaceres similares. Es lo particular lo que enriquece el abanico de lo global, son los matices, los elementos distintivos los que aportan la diversidad y su riqueza inagotable. Una sociedad en la que todo sea igual, será sin término de duda, una sociedad menguada en lo humano y hasta en lo divino, porque todos creerán y profesarán las mismas verdades.

De manera que la cuota de la escuela en la lucha por mantenernos distintos, diferentes, respetando lo diverso de los demás y haciendo respetar los nuestros, está en eso precisamente, en cultivar los casi inagotables matices y formas de nuestras culturas, valores, visiones y haceres, garantía fundamental del destierro del pensamiento único y la pretendida “cultura universal”. ¿Difícil? Sí, ¿laborioso y exigente? También. Pero sobre todo gratificante, como debe ser todo lo que se haga en la escuela.

“No hay globalidad que valga sin localidad que sirva”. Carlos Fuentes.

 

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