domingo, 19 de junio de 2016

REVOLUCIÓN EDUCATIVA II Por Gustavo Villamizar D.

REVOLUCIÓN EDUCATIVA II
Gustavo Villamizar D.

En esta semana pude observar en la TV, un programa de opinión en el que participaban representantes de varios gremios del sector educativo, dedicado según se anunciaba, al tema que nos ocupa. Vimos así a los dirigentes explayarse en argumentos que sustentaban los logros de la revolución bolivariana en lo relativo a la educación: mencionaron entonces la superación del analfabetismo, la creación de misiones educativas de avanzada, la educación como elemento fundamental de la inclusión social, la gratuidad de la educación hasta el nivel superior como derecho constitucional, la ampliación de la matrícula, la conversión en sistema del programa de alimentación escolar, la municipalización de la educación superior, la construcción y  mantenimiento de edificaciones educativas, la dotación de computadoras fijas y portátiles para escuelas, docentes y estudiantes de todos los niveles de la educación,  la distribución gratuita de los textos de la  Colección Bicentenario, los programas de becas estudiantiles, los planes de formación permanente de los docentes y otros logros más, lo cual, a todas luces, no es poca cosa y muchos de ellos inalcanzables sin revolución.    

Sin embargo, seguimos preguntando: ¿en lo pedagógico qué? Y aquí seguramente no obtendríamos respuesta, porque se ha hecho muy poco o nada. El modelo educativo en ejecución se mantiene intocado en lo fundamental, sus cimientos inmodificados, no obstante que desde hace tiempo, viene “haciendo agua” por todas partes.

Es tiempo entonces de asumir este riesgo, de “meterse en lo hondo”, de atreverse a construir un nuevo modelo educativo correspondiente a nuestras singulares condiciones sociales, políticas, económicas y culturales, que no sea una nueva copia de modelos, aún siendo exitosos en otras latitudes, arriesgarse a hacer realidad la sentencia de Don Simón Rodríguez: “Inventamos o erramos”.

Asumir este compromiso debería comenzar por fortalecer y ampliar todas las conquistas previamente expresadas, como base para lanzar la transformación del modelo pedagógico y el sistema educativo nacional. Como material de primera mano en el intento, deben utilizarse los resultados de la Consulta Nacional sobre la Calidad Educativa, sobre manera en lo tocante a las propuestas de docentes y alumnos. Allí hay un caudal de información e iniciativas que bien vale trabajarlas en el debate transformador, por cuanto surgen de las realidades, visiones y anhelos de los protagonistas fundamentales.

Habrá que confrontar desde los grandes objetivos -¿para qué la educación?- hasta los elementos del día a día de los institutos, pasando por los niveles del sistema y los criterios de su determinación, las nociones y procesos de aprender y enseñar, priorizar las prácticas de aprendizaje cooperativo y la inteligencia colectiva, las  tecnologías de  la información y la comunicación en y con  la educación, la organización escolar, la escuela y la comunidad, así como los saberes a aprender, los contenidos, las áreas temáticas, intentando ligar convenientemente lo disciplinar, lo interdisciplinar y lo transdisciplinar. Finalmente, concebido y armado el nuevo modelo, asumir una primera fase experimental que permita atisbar sus bondades y defectos, para afinar unos y corregir otros, sin contacto con la actividad del aula. Y además, entenderlo siempre como flexible, modificable, ajustable,  actualizable y sobre todo, liberando la iniciativa de maestros y alumnos a la experimentación y la investigación en la búsqueda del saber.

REVOLUCIÓN EDUCATIVA Por Gustavo Villamizar D.

REVOLUCIÓN EDUCATIVA
Gustavo Villamizar D.

Semanas atrás, en medio de una marcha del sector estudiantil, el Presidente de la República urgió a los ministros de Educación y de Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología, a adelantar lo que llamó una “verdadera revolución educativa”. En tal arenga, el mandatario manifestó que este  debería ser un gran movimiento que abarque no solo las áreas relativas al conocimiento, el saber, la investigación y la innovación científica y tecnológica, sino también la conciencia, la responsabilidad y el amor de patria de las futuras generaciones.

Ciertamente, la transformación del modelo y el sistema educativo es una deuda de la revolución bolivariana con el país. Aun cuando de manera episódica se han adelantado algunas iniciativas, en apariencia bien intencionadas, no han contado con  la solidez y la voluntad política para avanzar con alguna fuerza y han caído con facilidad en el abandono. Durante los años del proceso bolivariano hemos conocido propuestas relativas a la formulación de un “Modelo Curricular Bolivariano”, la muy original “Consulta Nacional sobre la Calidad Educativa”, el “Proceso de Cambio Curricular en Educación Media”, la “Nueva Ley de Universidades” y tantos otros que no han tenido el aliento suficiente para consolidarse.

Ahora, es de suponer que la orden será atendida y pronto se abrirá el proceso que conduzca a la muy necesaria e impostergable transformación del sector educativo en todos sus niveles y modalidades, lo cual resulta, de arrancada, muy alentador. Consecuente con lo que afirmo, debo entonces adelantar algunas notas al respecto.

Lo primero es intentar un gran diálogo-debate nacional en el que se involucren  todos los sectores que participan en el trabajo educativo de los distintos niveles, así como los más amplios sectores nacionales (político, económico, cultural, fuerza armada, medios de comunicación y otros).

Luego, si es que se aspira a una transformación a fondo,  creo que hay dos aspectos que deben resultar, por fundamentales, de un gran acuerdo nacional: definir los grandes objetivos educativos de la nación y esbozar las líneas maestras, propósitos y organización del nuevo modelo educativo nacional. Partiendo de allí, nada fácil por cierto, se tendrá en claro el papel de la escuela en el mundo presente, lo cual contribuirá a delinear  los elementos constituyentes, fundantes, del nuevo modelo a la luz de los actuales paradigmas universales, tanto en lo  pedagógico, científico y cultural, como en lo tecnológico y organizacional.

Habrá entonces que revisar nociones básicas como las de aprendizaje, enseñanza, espacios y tiempos para enseñar y aprender, el educando, el educador, la práctica educativa, la investigación, el saber y el conocimiento y otras más que de estas se desprenden. Será necesario igualmente, diseñar programas de formación y actualización de los docentes para asumir la labor que les plantea el naciente modelo, además de fortalecer la formación de los directivos y supervisores en los niveles de inicial, primaria y media.

Sería extraordinario si estos logros se alcanzaran a partir de un gran diálogo y  una amplia discusión de todos los sectores implicados, incluso en el caso de la educación superior. Y más plausible aún sería que las propuestas surjan de esos intercambios alentados por la reflexión, la investigación y el debate.  

   

  

miércoles, 15 de junio de 2016

¿Por qué Volutad Popular no puede ser considerada una organización política legalmente constituida en Venezuela? Por Walther Sierra.

Toda organización política para poder ejercer funciones como partido político constituido, debe validar con el voto popular el ejercicio de sus funciones. Por ser las elecciones parlamentarias la garantía de participación de todas las organizaciones políticas que hacen vida en el país, se convierten a su vez esas elecciones en la garantia de participación de las minorías y en el mecanismo legalmente establecido por la Ley para regularizar el ejercicio como partido político.

En las elecciones parlamentarias, no sólo se vota por los candidatos nominales inscritos por las organizaciones políticas; con el voto lista, se vota directamente por el partido político, es ese voto lista el que legítima en el proceso electoral parlamentario a todas las organizaciones político partidista inscritas legalmente en el país.

Ahora bien, en las elecciones parlamentarias del pasado 6 de diciembre, la organización Volutad Popular no participó como partido político de manera directa, pues se presentó como parte de la alianza política denominada Mesa de la Unidad Democrática mejor conocida como MUD (que ni es mesa, ni está unida, ni mucho menos es democrática) que agrupó a los partidos de la derecha venezolana.

Al no presentarse en el proceso electoral del 6 de diciembre, Voluntad Popular al igual que los demás partidos de la derecha nacional, NO LEGALIZARON SU SITUACIÓN COMO PARTIDO POLÍTICO CONSTITUIDO, por lo tanto, hasta no presentar los recaudos necesarios para regularizar su situación, no pueden ser considerados partidos políticos legalmente establecidos. Para ello, entre otras cosas, es necesario que estas organizaciones inicien un proceso de recolección de firmas equivalente al 8% del padrón electoral en cada municipio del país, proceso que hasta la fecha no ha iniciado Volutad Popular.

Por otra parte, ante el escenario de desestabilización que esta organización ha propiciado en varios estados y la vinculación comprobada de líderes de Voluntad Popular con lideres negativos de grupos de delincuencia paramilitarizada (El Buñuelo, El Picure, El Topo, El Tren de Aragua, etc) tal y como ha quedado evidenciado en las investigaciones promovidas por los cuerpos de inteligencia y seguridad del estado venezolano, y que han sido suficientemente explicadas por el Ministro de Interior Justicia y Paz M/G Miguel González López, esta organización pudiera ser considerada una organización vinculada al hampa Paramilitar y Terrorista, que ejecuta acciones delincuenciales, que atentan contra la paz, la tranquilidad y la seguridad del pueblo, además puede presumirse la obtención de fondos provenientes de actividades ilícitas (contrabando de combustible, alimentos, medicinas) para financiar campañas contra la revolución, pero también para financiar compra de armas y pago de mercenarios que estén a su disposición, amedrentando a la población y garantizando el sometimiento de los sectores populares a fuerza de sangre y fuego.

Lo aquí expuesto rápidamente y en síntesis, representa sólo una pequeña parte de los motivos por los cuales la organización Volutad Popular no puede ser considerada un partido político legalmente constituido en Venezuela y en contraposición a esto, si puede ser considerada una organización al margen de la Ley, vinculada al terrorismo paramilitar que ha tratado de importar al más puro estilo de la práctica de la parapolítica colombiana, cuyo creador no es otro que el Narcotraficante registrado con el número 82 por la DEA Norteamérica, el Dr Varito, Álvaro Uribe Vélez, Padre del Narco-Estado Colombiano y principal tutor y mentor de la ultraderecha venezolana.

Sobre la derecha venezolana, la parapolítica y el narcoestado hablaremos luego.

lunes, 6 de junio de 2016

CULTURAS NACIONALES Y ESCUELA Por Gustavo Villamizar

CULTURAS NACIONALES Y ESCUELA

Gustavo Villamizar D.

El cuento de la globalización o la mundialización, la posibilidad de conectarnos con pueblos y culturas de otras latitudes, lejanas, desconocidas, sorprendentes, que parecen haber hecho realidad los sueños de Marco Polo y otros grandes navegantes en su ansia de conocer y acercar diversas culturas con sus señales singulares, ha venido acompañado de un desarrollo sin precedentes de lo que se denomina la “industria cultural”. Una poderosa avalancha de información, música, moda, productos de entretenimiento, juegos, películas, videos, literaturas menores y otros más, como el fast food, la vida light, el ritual del cuerpo y los patrones de belleza, el consumismo y la frivolidad, conceptuada por muchos como la punta de lanza de la occidentalización del mundo y definida por Vargas Llosa (2012), a través del título de uno de sus libros, como la “Civilización del Espectáculo”, cuya característica fundamental es el entretenimiento como valor supremo, en la que divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal.

En medio de tales realidades, que en últimas no son otra cosa que la imposición de los valores del capitalismo, se desenvuelve nuestra cotidianidad y por supuesto, la escuela. Bajo estas influencias, cada vez mayores, llegan nuestros muchachos a la institución y ella en su perplejidad ante tan novedosas circunstancias, simplemente replica tales influjos, sin más. Parece que no hay fuerza, ni base pedagógica  y tampoco voluntad para revertir esta agobiante influencia que pesa tanto en lo actitudinal y en los factores conformantes de la personalidad y la ética de niños y jóvenes.

La sociedad y las instituciones (familia, escuela, medios de comunicación, etc.) son responsables de la formación de los ciudadanos, procurando atención a las diversas áreas que comprenden su desarrollo integral. Una de ellas es la relativa a los saberes de la nacionalidad y el acercamiento a las culturas nacionales, a partir de las cuales se forja el conocimiento del país, su historia, sus gentes, bellezas naturales,  riquezas,  su estima, valoración y  arraigo a la tierra. En nuestras instituciones educativas es poco lo que se hace en este sentido, algunos proyectos que se han activado se cumplen a regañadientes,  sobre todo en el sector privado y por supuesto, sin la intervención de la supervisión escolar.

El tapiz cultural venezolano es de tal manera diverso y fascinante que puede considerarse casi inagotable. Mientras el mundo asiste a un debilitamiento de la industria cultural marcado por la repetición, el reciclaje y la carencia de innovaciones,  constituimos un auténtico reservorio de culturas con cualquier cantidad de matices, algunas prácticamente vírgenes, incontaminadas y es a toda vista inexcusable que nuestro sistema educativo tenga tan poco que ver con ellas. A nuestro derredor hay una fuente casi inextinguible de manifestaciones culturales cargadas de un maravilloso mestizaje por lo cual resultan absolutamente singulares e impactantes.

Nuestros centros educativos deben convertirse en focos, sedes, ambientes de las ricas culturas nacionales con toda su diversidad y plenitud, convertidos en elementos de contención ante la asimilación sumisa, casi natural de los factores repetitivos, sin calidad ni sorpresa, que nos presenta a diario la industria del espectáculo. No se trata de cerrarse a lo de afuera, sino de conocer, valorizar y fortalecer  lo nuestro para confrontarlo en un diálogo fructífero con lo  foráneo, como vía para no sucumbir ante la frivolidad y las manifestaciones prefabricadas, plenas de luces, utilería y efectos que caracterizan la cultura de la frivolidad.