sábado, 16 de julio de 2016

Cúcuta necesita a Venezuela para no morirse de hambre. Por Iván Gallo

Les dejo este artículo escrito por un cucuteño llamado Iván Gallo. No conozco a Iván Gallo personalmente, sin embargo en su artículo deja reflejadas unas cuantas verdades que algunos pendejos venezolanos (y colombianos también) se niegan a reconocer.

Este artículo fue publicado originalmente por el portal Las2Orillas.CO, de donde fue tomado y está disponible en:

http://www.las2orillas.co/cucuta-necesita-a-venezuela-para-no-morirse-de-hambre/#.V4l7sAwGoxU.facebook

Cúcuta necesita a Venezuela para no morirse de hambre
Por: Iván Gallo
julio 14, 2016

"Nosotros los cucuteños sabemos que Venezuela nos ha dado más que Colombia"

En Cúcuta creen que todos los atracos, las muertes y las desapariciones que vive a diario esta periférica ciudad son obra de los venezolanos. Si fuera por ellos se pondría un muro justo donde está el puente internacional Simón Bolívar. En este año cuando Maduro, por intentar controlar el acaparamiento que comerciantes residentes en Colombia hacen de los alimentos subvencionados por el chavismo, cerró la frontera, la delincuencia, el desempleo y el hambre fueron los fantasmas que se paseaban por las cada vez más desoladas calles cucuteñas en las últimas navidades, época en que el comercio de la ciudad estallaba, antes de 1983, por la invasión de venezolanos que venían, con bolívares en la mano, a arrasar con los supermercados y almacenes de ropa.

Claro que los necesitamos y la deuda que tenemos con ellos es enorme. Si el cucuteño en los ochenta y noventa pudo hacer realidad su pueblerino sueño de tener un carro fue gracias a las facilidades que se encontraba para adquirir uno en San Antonio o San Cristóbal. Si veíamos a Maradona hacer historia con el Nápoles fue porque Venezolana de Televisión transmitía sus partidos; si desde Bogotá venían los coleccionistas de música a comprar discos de Eddie Palmieri, John Coltrane o King Crisom en los años setenta, era porque se conseguían en San Antonio; si Cúcuta ha tenido alguna importancia es porque tenemos a Venezuela al lado.

Y ahora, de un momento a otro, movidos por el más obtuso de los patrioterismos, decimos que no la necesitamos. Somos ciudad de frontera y, para bien y para mal, nuestra economía y nuestra idiosincrasia depende de ese intercambio perenne que existe entre dos países vecinos. No hay que sonrojarnos: los cucuteños mayores de 30 nos sabemos de memoria el himno de Venezuela porque crecimos viendo Radio Caracas y Venevisión. Tenemos dichos, sabores, canciones que nadie más en Colombia conoce porque en el fondo somos más venecos que chibchas. Ahora los despreciamos, nos burlamos de ellos, como si nosotros, solo por tener un modelo neoliberal que ha convencido a los pobres de que algún día van a llegar a ser ricos, fuéramos mejores que los venezolanos.

    "Esa horda que volvió a revitalizar el moribundo comercio cucuteño eran los ricos de San Cristóbal y Mérida que vinieron a buscar lo que los especuladores colombianos acapararon durante meses"

Las niñas prepago de Cúcuta, que cada vez son más y ocupan puestos importantísimos en bancos, empresas privadas y hasta en la alcaldía y la gobernación, van a Venezuela a hacerse las operaciones estéticas porque allá es más barato y sale mejor. Al cruzar la frontera con sus tetas relucientes y sus curvas nuevas, exhiben la xenofobia y el arribismo propio de una mujer adicta a las lipos. Esa empresita que es su cuerpo, también ha salido beneficiada con el chavismo.

No soy tan estúpido como para defender la abúlica y resentida revolución bolivariana. Hasta allá no me llega el mamertismo. Pero decir que esos 20 000 venezolanos que el domingo pasado cruzaron la frontera se estaban muriendo de hambre es un despropósito. Esa horda que volvió a revitalizar el moribundo comercio cucuteño eran los ricos de San Cristóbal, de Mérida, que venían a buscar las caraotas y las servilletas que los especuladores colombianos acapararon durante meses. Vean las fotos, la mayoría son blanquitos, rubios, bonitos, como son los ricos en Venezuela, como son los ricos en todas partes.

Bienvenidos siempre que quieran saltar el muro, los necesitamos y tenemos que decirlo, necesitamos a los venezolanos para no morirnos de hambre, ese es el orden natural de las cosas y sí, hay que crear industria, hay que ser autosuficientes, pero para serlo es mucho más fácil si se abre la frontera. Nosotros los cucuteños sabemos que Venezuela nos ha dado más que Colombia. A mí, por ejemplo, no me da pena reconocerlo.

domingo, 3 de julio de 2016

El Valioso tiempo de los maduros (Poema Golosinas) Mario de Andrade Brasil 1893-1945

El Valioso tiempo de los maduros

(Poema Golosinas)
Mario de Andrade
Brasil 1893-1945

Conté mis años y descubrí, que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora…

Me siento como aquel chico que ganó un  paquete de golosinas: las primeras las comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban pocas, comenzó a saborearlas profundamente.

Ya no tengo tiempo para reuniones  interminables, donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada.

Ya no tengo tiempo para soportar absurdas personas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido.

Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.

No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados.

No tolero a maniobreros y ventajeros.

Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de  sus lugares, talentos y logros.
Detesto, si soy testigo, de los defectos que genera la lucha por un majestuoso cargo.

Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos.

Mi tiempo es escaso como para discutir títulos.

Quiero la esencia, mi alma tiene prisa…

Sin muchas golosinas en el paquete…

Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana.

Que sepa reír, de sus errores.

Que no se envanezca, con sus triunfos.

Que no se considere electa, antes de hora.

Que no huya, de sus responsabilidades.

Que defienda, la dignidad humana.

Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.

Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.

Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas…

Gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñó a crecer con toques suaves en el alma.

Sí… tengo prisa… por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.

Pretendo no desperdiciar parte alguna de las golosinas que me quedan…

Estoy seguro que serán más exquisitas que las que hasta ahora he comido.

Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia.

Espero que la tuya sea la misma, porque de cualquier manera llegarás…

Mario de Andrade.

sábado, 2 de julio de 2016

LAS PENURIAS DEL COJEDES Por Gustavo Villamizar D

Les dejo con estos jocosos pero bien argumentados versos del Profe Gustavo Villamizar...

El que entendió... Entendió... jajajaja

Amigos:

En noviembre del 2014, en plena investigación de la nacionalidad de nuestro Presidente, adelantada por el nunca bien estimado paleógrafo investigador arrechísimo, invitó a una dama mantuana  a que lo acompañara hasta Cúcuta para certificar, a partir de los testimonios de una tía del chofer y un futbolista que fue su compañero en la dupla defensiva, cuando el indiciado se desempeñaba como back central del equipo del barrio Juan Atalaya, para desde allí proclamar la condición de "cachaco" del primer magistrado. Compungido por sus fallidas acciones en aquel intento, el investigador contó en verso a quien tradujo y envió en aquel momento el texto de sus penurias, el cual ha cobrado nueva vigencia por la traición de una funcionaria colombiana ante las solicitudes formuladas por el compañero presidente de la AN, a lo mejor impresionada por el "motor arrechísimo" que dice tener.

Si prometen no reírse
de las congojas del cojo,
van unos versos buenos
pa' que les echen un ojo.

LAS PENURIAS DEL COJEDES

He inventado muchas cosas:
noticias sensacionales,
situaciones azarosas
y escándalos similares.

Pero, qué va compañeros,
no consigo en este albur
inventar algo certero
pa’ asegurar la curul.

Decidí entonces lanzarme
a la difícil tarea
de lograr algún indicio,
porque en Cúcuta hay idea,
acerca del natalicio
del chivo que aquí más mea.

Recogí lo necesario,
tomé veloz la bajada,
con toques en El Rosario,
Rumichaca y  La Parada.

Llegué a lugar populoso
pidiendo a un chingo respuesta;
es el que vende topochos
en el mercado La Sexta.

“Glaro!”, respondió presto 
y frotándose las manos,
con los ojos muy abiertos
señaló un lugar cercano.

“Hí,  maúro, hí”,
despejó dudas el ñajo,
si las tías viven allí
la vaina va del carajo. 

Llamé urgente a la fracción.
Les tengo una gran sorpresa:
de por aquí de La Pesa
es el chofer del camión. 

El chingo nos va a indicar
de sus tías la dirección,
para ir a averiguar
dónde es que fue la cuestión. 

En Caracas, júbilo a gritos,
salieron pronto en avión
Ismael, Abelardito
y  la jefa de la fracción.

Llegaron con gran presteza,
eufóricos y risueños,
abrazos van y regresan
diciendo: ya lo tenemos!!.

Comenzó la ubicación
de la tía del gobernante,
sin plano ni dirección,
con un sol acojonante.

Caminar barrios y calles
preguntando por la tía,
con la brújula perdida
y sin mayores detalles.

-Es en el barrio Carora-,
aseguraba una abuela:
-allá es la casa de Aurora
que tenía mucha clientela-.

A La Ínsula llegamos,
nada sabían en el Tango
y tampoco en Las Muñecas,
La Sorda que ni pendiente,
Esther Mantilla, una mueca
y Olga Durán,  displicente.


Exhaustos y muy hambrientos,
urgidos por una mesa
dónde tomar alimento,
fuimos a dar a La Pesa.

Al momento aquel bullicio:
-caldo de vena-, mamita.
-chunchuya y un buen chorizo-,
-pichón y manamanita-.
-Le tengo la rampuchada-,
gritaba una negra obesa:
hay fritanga y ensalada,
caldo ‘e gallina  con  presa.

La dama “tiesa y muy maja”,
a todas estas no hablaba,
había botado la laja
con la nariz arrugada.

Moción de orden, mis compinches,
espetó muy descompuesta.
Aunque el tipo sea caliche,
yo no me calo más esta.

Ah carajo! Ya entendí
la piedra de la cristiana:
calor, hambre y ni hacer pipí,
siendo toda una mantuana.

Ahora ando acongojado,
mi curul pende de un hilo,
con la dama enfurecida
y Leomagno alborozado
aprovecha mi caída
jodiéndome sin sigilo.

Quién me manda a brejetero,
eso me pasa por soco,
anunciando con apuro,
con fotos fuera de foco,
sin darme cuenta primero
que el chingo de los topochos
vende “erdes y maúros”.

Ha de ser alguien muy malo
quien a mi costa se ría,
burle  mi paleografía,
porque  camino con palo.

(+) No hay de qué. G.V.D.