domingo, 15 de mayo de 2016

AULAS SIN TECNOLOGÍAS Gustavo Villamizar D.

AULAS SIN TECNOLOGÍAS
Gustavo Villamizar D.

A veces los buenos propósitos se pierden o producen escaso efecto. Ejemplos de ello se consiguen con frecuencia en ámbitos tan complejos como la educación. En días pasados escuché a quien ejerce, desde hace poco, la dirección de la Zona Educativa en nuestra región, afirmar con preocupación por demás justificada, que en muchos de los institutos educativos no se utilizan en la labor diaria las computadoras “canaimitas” ni los libros de la Colección Bicentenario y que muchos de los docentes no usan en su trabajo las tabletas  que han recibido, lo cual es, cuando menos, un desperdicio inexcusable.

En tan delicada declaración se juntan circunstancias de diversa índole, las cuales van desde la muy común resistencia de los docentes al cambio, hasta las ya  tradicionales carencias del sistema de dirección y supervisión escolar. Estas últimas por su carácter administrativo y de organización, parecen fáciles de asumir con voluntad y decisión de los organismos  que rigen la actividad. Las más difíciles de resolver  son, no tengo duda, las relativas a la negativa de los docentes a incorporar a su labor diaria tecnologías tan relevantes.  

Son muchas las causas de realidades tan lamentables, las cuales apuntan a la formación, la estima profesional, la rutina laboral y la ausencia de incentivos más allá de los económicos, tradicionalmente escasos. La  formación docente ha estado signada, de un tiempo para acá, por una línea conceptual que la ha reducido casi a la condición de capacitación técnica, instrumental, separándola de su condición básica de trabajo intelectual. Nuestras escuelas de educación exhiben planes de estudios cargados de opciones y asignaturas relativas al hacer y muy pocas al saber fundamental, es decir, a la pedagogía. Nuestros jóvenes docentes egresan copados de conocimientos de uso, destinados a su “capacitación”, al cómo, a lo procedimental, a la técnica. Sin embargo, los elementos que definen el qué, por qué o para qué, los que dan piso a la reflexión, al análisis, a la visión general de la práctica pedagógica como despliegue de saberes, no están presentes. La carencia de una formación sólida desde lo pedagógico conspira contra la posibilidad de asumir la labor con criterio, tino y flexibilidad, sabiendo que las técnicas, recursos y métodos ayudan a enseñar y aprender, pero estos no dependen exclusivamente de su uso o aplicación. Aún más, entender en el caso de las nuevas tecnologías de la información y comunicación –TICs-,  que no se trata de simples herramientas, sino de extraordinarios vehículos por los que circulan hoy la cultura y el conocimiento, generando nuevas sensibilidades y singulares procesos cognitivos. Enseñar y aprender son constructos complejos que superan ampliamente lo procedimental.

Por esta razón, más que por las otras mencionadas, la exigencia perentoria se ubica en la necesidad de la formación permanente del enseñante, de la reformulación teórica que contribuya a superar su condición de operario por la de diseñador. Más que una certificación de estudios, se requiere una formación surgida en estrecha conexión con el aula, la escuela, el aprendizaje, la enseñanza y estas como objeto de  investigación. Procesos de formación en los que se discuta más y se memorice menos, se incentive la reflexión y el análisis de la labor cotidiana con su inmensurable riqueza, en los que los docentes hablen y no sólo respondan, donde los maestros propongan temas a investigar y no se les impongan los consabidos trabajos y tesis en los que se ejercita el “copiar y pegar”, programas  de formación en los que el estímulo remunerativo sea importante, pero no el único. Tal vez así se pueda vencer la resistencia, que es sobre todo temor a la innovación, a lo distinto, a la puesta al día, Con seguridad, superando este gran escollo se logrará mejorar la estima personal y profesional, elementos que señalarán nuevas luchas y conquistas en lo laboral que abarquen algo más allá de lo meramente salarial. Y por supuesto, los niños, jóvenes, padres y el colectivo social, lo van a agradecer de corazón.   

  

sábado, 7 de mayo de 2016

Un día elegí ser Chavista Por: Lourdes Egleé Lovera.

No conozco a Lourdes Egleé Lovera, no se quien es, nunca la había oído nombrar, jamás había leído un escrito suyo. Sin embargo, suscribo totalmente todo lo que Lourdes manifiesta en este artículo.

Los que estamos de éste lado de la historia elegimos ser chavistas, con la convicción adsoluta de que este es el lado correcto de la historia, que el capitalismo está acabando con el mundo, que ese modelo decadente está en su punto de quiebre y no retorno, y que por lo tanto arremete con toda su carga de maldad contra el pueblo que quiere vivir, soñar y amar en paz.

"No es leal a Chávez y nunca lo fue, quien estuvo del lado de la Revolución Bolivariana en tiempos de bonanza y prosperidad y en tiempos de dificultad, corre a ponerse del lado de quien promueve y apoya la más cruel guerra económica que pretende destruirnos."

¡Excelente artículo Lourdes!

UN DÍA ELEGÍ SER CHAVISTA
Por: Lourdes Egleé Lovera.

A finales de 2012, el presidente Hugo Chávez junto a la Revolución Bolivariana mantenía una popularidad por encima de un 60%. El pueblo estaba contento con las políticas públicas implementadas por el gobierno, nuestras necesidades de salud, alimentación, educación, ropa, calzado y servicios podían satisfacerse sin mucho esfuerzo.

Esas bondades extraordinarias que se convirtieron en cotidianas, se han ido desvaneciendo paulatinamente desde mediados de 2013, precisamente, cuando el presidente Nicolás Maduro llegó a Miraflores.

Poco a poco comenzó a escasear la leche y el papel toalet, posteriormente la harina de maíz y el azúcar, más tarde el arroz, la pasta, el aceite, el café, la margarina y en los actuales momentos es muy poco lo que se puede conseguir en los supermercados, para satisfacer nuestras necesidades alimentarias.

El plato en la mesa del venezolano se ha ido transformando, ahora se come yuca con mayor frecuencia y hay quienes improvisan arepas, con la harina de crema de arroz. Es una verdadera odisea, conseguir alimentos de primera necesidad, medicinas, artículos de aseo personal, repuestos para carros, entre otras cosas...

La vida de los venezolanos, ha tenido un notable cambio.

No se tiene una idea clara de cuándo se podrá volver a comer atún de lata, arepas, arroz, pasta, queso, huevos, carne, pollo, usar champú y desodorante, porque eso depende de dos cosas que no tienen que ver con el deseo de hacerlo: conseguir lo que necesitamos el día que nos corresponde comprarlo, según el terminal de cédula y que el costo del producto no supere la cantidad de dinero disponible.

Al igual que a la mayoría de mis compatriotas, esa situación me incomoda, me genera impotencia, inestabilidad, nerviosismo, irritabilidad, frustración, arrechera y tristeza. Eso es lo que todas y todos sentimos, algunos en mayor o menor grado. Sobre todo cuando una niña o niño llora por un tetero y no hay forma de satisfacer su necesidad, ni manera de hacerle entender que "no hay tetero", o cuando vemos desvanecer la salud del abuelo o abuela por falta de un medicamento.

Y es que nos están cobrando con hambre y hastío el hecho de haber sido leales a Chávez al escoger a Nicolás Maduro como presidente de Venezuela, y ansían quebrar eso, nuestra lealtad.

Nos están cobrando con ira y desesperanza 17 años de Revolución Bolivariana, 17 años de renta petrolera para el pueblo.

Y nos están cobrando con saña, con rencor, con crueldad, con la más clara intención de hacernos daño, no importa a quien arrastren en su empeño por destruirnos, no importa si es a niños o a ancianos, a chavistas o a opositores, el castigo es para todas y todos por igual.

Pero por mucho hastío, por mucha arrechera, por mucha tristeza que pueda sentir, considero un acto cobarde salir corriendo a firmar para solicitar un referendo revocatorio a la gestión de Nicolás Maduro.

Creo que un verdadero chavista, debe luchar hasta vencer, porque el hecho de nacer en Venezuela, significa que por nuestras venas corre sangre de aguerridos Libertadores, y no de cobardes y retrógrados opresores.

Porque vivir en los tiempos en los que también vivió Hugo Chávez es un privilegio al que debemos hacerle honores

No es leal a Chávez y nunca lo fue, quien estuvo del lado de la Revolución Bolivariana en tiempos de bonanza y prosperidad y en tiempos de dificultad, corre a ponerse del lado de quien promueve y apoya la más cruel guerra económica que pretende destruirnos

Un día elegí ser chavista, porque decidí no ser esclava de lacayos apátridas del imperialismo, que sin dudar entregarán los recursos y riquezas nacionales. Como lo hacían en la cuarta república.

Amo a mi Patria Querida, no nací chavista, pero chavista muero, de pie y luchando hasta vencer o morir, si fuera necesario.

domingo, 1 de mayo de 2016

ASUETO, EMERGENCIA Y CREATIVIDAD (Gustavo Villamizar D.)

Les dejo el acostumbrado artículo dominguero de mi camarada el Profe Gustavo. Una reflexión que nos invita a tomar la crisis generada por el fenómeno el niño, para convertirla en una gran oportunidad que permita desarrollar al máximo la creatividad de nuestros niños y niñas dentro y fuera del aula.
 
"Si bien el dejar de asistir a la escuela o al trabajo puede verse como contraproducente y tradicionalmente valorado como pérdida de tiempo, si se actúa en consecuencia, con imaginación y pensando en nuevas opciones para aprender y enseñar, resultaría, paradójicamente, una contingencia especial para ganar tiempo y saber."

ASUETO, EMERGENCIA Y CREATIVIDAD
Por Gustavo Villamizar D.

La emergencia  hídrica y eléctrica que vive el país como consecuencia de la alteración climática llamada fenómeno El Niño, forzó a la declaratoria de un cese de actividades por tres días en la administración pública y el día viernes en el sistema educativo. No obstante las reacciones contrarias a esta decisión, es obligante considerar que se trata de una situación sobrevenida que no deja márgenes de elección. Si bien el dejar de asistir a la escuela o al trabajo puede verse como contraproducente y tradicionalmente valorado como pérdida de tiempo, si se actúa en consecuencia, con imaginación y pensando en nuevas opciones para aprender y enseñar, resultaría, paradójicamente, una contingencia especial para ganar tiempo y saber.

Lo primero, para lograr el mayor provecho de esta eventualidad, es entender que las circunstancias difíciles no son ocasiones para la queja y el lamento, sino grandes oportunidades para la creación. Luego, aceptar que  el aula y la escuela no son hoy los únicos espacios para aprender, por cuanto la cultura y el saber circulan por múltiples caminos. Igualmente, asumir que esta y otras circunstancias similares, pueden ser grandes oportunidades de incorporar, en serio, las nuevas tecnologías y los medios a la labor de enseñar y aprender no solo como “recurso”, sino como elementos fundamentales de tales prácticas. Y también, que el requisito presencial es importante, sobre todo en los grados inferiores, pero no imperioso en la tarea de aprender y enseñar. De manera que trances como los actuales  se constituyen en buenas oportunidades para  ensayar con procesos que combinen el trabajo del aula y la labor a distancia, convirtiendo cada uno en motivante del otro.

Lo básico sería introducir la temática del clima y El Niño a la rutina del aula, consultar los saberes de los chicos en relación a ellos, abrir procesos de búsqueda de información con la ayuda de la “canaimita” y los textos, alentar discusiones sobre aspectos relevantes, pero sobre todo, dejar que los discentes avancen en su indagación proponiendo temas conformantes de la temática general como: el agua, el sol, la temperatura, los ríos, la atmósfera, la contaminación, la electricidad y otros tantos que surjan. De esta manera se establecerá una base para trabajar a ratos durante el asueto, estableciendo con los alumnos momentos de contacto, consulta o discusión a través del chat, lo cual va propiciando nuevos aportes y nuevas búsquedas que enriquecen el trabajo, pero sobre todo va generando nuevas prácticas de enseñar y aprender, que terminarán modificando la rutina del aula y las prácticas irrelevantes sin conexión con las  funciones intelectivas superiores.

Estimados educadores, ¿La propuesta es compleja? Por supuesto, modificar rutinas y procesos no es fácil. ¿Surgirían demasiados temas? Sí, pero será una gran oportunidad para abordar el tema central desde el mayor número de aristas posibles y no aislado o eventual. ¿Se llevará mucho tiempo? Seguro, pero será un acercamiento rico por el amplio abordaje y el trabajo cooperativo, aprendiendo entre todos, reiterando que los aprendizajes no tienen límites espaciales ni temporales. Hay algo seguro: al final, discentes, maestros,  padres y todos los que participen,  habrán aprendido tanto como nunca lo hubieran imaginado.